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viernes, 17 de abril de 2020

El cancer, el virus y yo


Pareciera que mi reflexionar sobre mi acontecer en esta via que recorro es mensual. Me doy cuenta de que escribo casi siempre en la misma fecha, mediados del mes. Puede ser una indicación de que mi reloj interno funciona bastante bien y que aun no he sucumbido a este lento pasar de horas, de días parecidos que se funden en una especie de eternidad en la que el aislamiento por la pandemia nos ha sumergido.
Y es que nos ha cambiado todo.
Con mi cancer (que ya se ha hecho familiar de tanto convivir con el) llevo una rutina que a pesar de la cuarentena establecida me ha obligado a salir diariamente a otra zona de la ciudad donde voy a la radioterapia donde me aplican esos rayos de “aceleración lineal” (¿?) protagonistas en esta etapa que en cinco días más habra culminado y el aislamiento entonces será completo.

¿ Y ahora que?

 El panorama personal se me hace un poco incierto dentro de la situación que la humanidad esta atravesando. Enfrentados a una problemática de salud mundial, donde las noticias solo hablan de la cantidad de muertos diarios por el coronavirus y el aumento de contagios en todo el mundo, mi cancer pierde protagonismo cuando pienso en las nuevas generaciones y el gigantesco reto que esta pandemia plantea para la supervivencia de la humanidad. Mi individualidad desaparece frente a la urgencia de sentirnos todos uno y me pregunto todos los días si como raza, seremos capaces de cambiar nuestros parámetros de conducta, si entenderemos el mensaje que esta pandemia nos esta enviando, si algún día seremos capaces de trabajar por el bien común en armonía con el planeta y no guiados ciegamente por la política, la ambición de poder y riquezas…¿cuanto hay para mi?

Quitate tu pa’ ponerme yo
El aislamiento social nos esta haciendo ver la banalidad de muchas cosas que consideramos hasta hoy importantísimas y la vulnerabilidad al virus nos iguala sin importar razas, situación social, económica ni credos. El confinamiento nos hace darnos cuenta de la influencia que todos los demás  tienen en nuestro bienestar, el agricultor que crece el alimento, el que lo transporta para que llegue a nuestra boca, el que limpia la calle por la que caminamos, el gobernante que marca pautas, el empresario que crea oportunidades…no hay ninguno que sea descartable, todos los “otros” tienen una influencia en nuestro bienestar y nosotros de alguna manera influenciamos su bienestar. Como las hormigas.

Si lograremos sentir esa union, esta codependencia, si dejásemos de pensar solo en nuestro yo, y nos volviésemos mas “nosotros” incluyendo en este nosotros no solo al otro ser humano sino al mundo que es nuestro hogar, al aire que respiramos, al agua que nos da la vida, al suelo que nos sustenta, los animales que comparten nuestro mundo y la sinergia que todos generamos juntos convirtiéndonos en protectores y no en depredadores, podríamos preservar la vida que se nos esta escapando, la libertad de respirar en espacios abiertos, de movernos en bosques, ríos y mares, de vivir una vida plena y de poder compartir y abrazarnos libremente.

Yo, con mi cancer y el aislamiento, estoy bien. Soy una persona afortunada, bendecida. Y como yo, habemos muchas.
 Pero hay otras que no. 
Hoy muchas, pero muchas personas sufriendo carencias, hambre, desesperación. Humanidad que siente, que vive, con la misma piel, respirando el mismo aire que entra y sale de todos nuestros pulmones, sin diferenciar si mi pulmón es rico, pobre, negro, chino, blanco, amarillo, primer o tercer mundista…es el mismo aire. El aire que yo exhalo es el aire que tu respiras. Y el que tu exhalas yo respiro. Esto debería decirnos algo…

El cancer me ha hecho plantearme muchas preguntas, entre ellas la más insistente es ¿cuál es la lección que me esta dando? ¿que es lo que tengo que aprender? Y creo que la misma pregunta nos la plantea esta pandemia que nos ha confinado y aislado.

¿que tenemos que aprender?
¿cuál es la lección?



Estoy aquí entre dos océanos a mis costados. A mis pies, el valle silencioso y sobre mi, este cielo.